viernes, 3 de abril de 2009

EMPIEZA EL REINADO DEL ALIANZA LIMA

Para 1,918 el Sport Alianza, todavía jugaba con sus casaquillas listadas de verde con fondo blanco y pantalón corto blanco. Eran los colores del stud de caballos del ya presidente de la República, Augusto B. Leguía,. Donde había nacido el club. Ganó la corona y repitió el plato al año siguiente, pues ya tenía en sus filas a un goleador sensacional como Guillermo Rivero, seguían los hermanos Montellanos, aparecía en la punta izquierda el chino Jorge Ko Choy Sarmiento y del Callao se habían reforzado con Víctor Alcalde, del Washington, padre de Jorge "Campolo" y Teodoro "Prisco", que brillarían en el Sport Boys y los Juegos Olímpicos del 36.

En 1,920 el título lo ganó el Sport Inca del Rímac y en 1,921 lo hizo el Sport Progreso. Para entonces se notaba cierto desgobierno en la Liga Peruana y el reclamo de los clubes del Callao, especialmente del Atlético Chalaco, sonaban justificados. ¡Mayor expectativa despertaba un clásico Lima-Callao, que un partido por el título de la Liga!. Estos encuentros se jugaban, por regla general, los días de Fiesta Patrias. Una anécdota que cuenta el periodista e historiador Nicolás Redkoborodiy en su libro "Gigantes del Balompié", l,963, ocurrió en las Fiestas Patrias de 1,916, en que se jugó en Santa Beatriz uno de estos clásicos entre limeños y chalacos.

Resulta que los organizadores no habían previsto un referí suplente y al no presentarse el titular, los capitanes debieron decidir, como generalmente lo hacían, entre los asistentes más reconocidos a los encuentros de fútbol. Ese día escogieron a un cura que era hincha del fútbol y era habitúe en Santa Beatriz. El religioso aceptó, sin saber a lo que se metía. Y es que los chalacos venían bravos y la policía montada ordenó un cierra puertas, porque llegaban en tropel y hasta asaltaban a comerciantes desprevenidos. Se venían en el ferrocarril que paraba en la Plaza Dos de Mayo y se venían en mancha hasta Santa Beatriz. ¿Alucinan?. Misma "Trinchera Norte" o "Comando Sur" de ahora.

El partido era caldeado y aunque hubo un conato de bronca, el curita pudo controlar las acciones en el primer tiempo. En el segundo se armó una trifulca en el centro de la cancha y el curita, con la mejor intención, se metió a separar ¡y se lo llevaron de encuentro!. Salió de la bronca, generalizada, con ayuda de algunos jugadores y juró nunca más dirigir un partido porque "¡era peor que meterse en el infierno!". Lo que quiere decir que no todo tiempo fue mejor.




Texto: R.S.B.