Ese año de 1,964 quedó grabado en el historial deportivo peruano por la mayor tragedia ocurrida en el mundo, como consecuencia de un partido de fútbol. En el libro "Federación Peruana de Fútbol- 75 Aniversario" que escribí para celebrar sus "Bodas de Diamante" inserté el siguiente comentario, en l capítulo "Grandes Tragedias de nuestro Fútbol": Nadie imaginó aquella tarde dominical del 24 de mayo de 1,964, que el Estadio Nacional, hermoso y cómodo escenario deportivo se convertiría en una trampa mortal para cerca de 300 aficionados.
Se jugaba un partido clasificatorio para los Juegos Olímpicos de Tokio entre Perú y Argentina. El cotejo estaba igualado 0-0. En una jugada de riesgo en el arco argentino custodiado por Cejas, el delantero peruano Víctor Lobatón forzó una jugada y logró introducir la pelota. Todo el estadio se sacudió con el grito de gol salido impetuosamente de las gargantas de los 45 mil espectadores. De pronto, silencio absoluto. El árbitro Uruguayo Pazos lo había anulado, por supuesto foul de Lobatón. La reacción fue terrible, pues furioso hinchas se lanzaron dentro del campo para agredir al juez. La policía los redujo y los apaleó. Las tribunas se enfurecieron. La dotación policial perdió el control y una orden absurda motivó el lanzamiento de bombas lacrimógenas contra los hinchas.
El terror fue manifiesto. Los aficionados de las partes altas, donde subía el gas, saltaban a las partes bajas sin medir las consecuencias. La mayoría pretendió ganar las puertas para salir de ese infierno. Lamentablemente estaban cerradas y con candado, para evitar la "segundilla", porque muchos aficionados no habían podido ingresar.
De las 300 víctimas, la mayoría presentaba signos de asfixia. Pero también hubo muertos de bala y dos policías fallecidos por golpes. Una tragedia que enlutó al fútbol peruano y mundial. Debió ser un llamado a la cordura. Lamentablemente vemos que no fue así y que cada día es mayor la violencia en los estadios del mundo. "Expreso" tituló en su página central "Nunca tantos murieron por tan poco".
Texto: R.S.B.
Se jugaba un partido clasificatorio para los Juegos Olímpicos de Tokio entre Perú y Argentina. El cotejo estaba igualado 0-0. En una jugada de riesgo en el arco argentino custodiado por Cejas, el delantero peruano Víctor Lobatón forzó una jugada y logró introducir la pelota. Todo el estadio se sacudió con el grito de gol salido impetuosamente de las gargantas de los 45 mil espectadores. De pronto, silencio absoluto. El árbitro Uruguayo Pazos lo había anulado, por supuesto foul de Lobatón. La reacción fue terrible, pues furioso hinchas se lanzaron dentro del campo para agredir al juez. La policía los redujo y los apaleó. Las tribunas se enfurecieron. La dotación policial perdió el control y una orden absurda motivó el lanzamiento de bombas lacrimógenas contra los hinchas.
El terror fue manifiesto. Los aficionados de las partes altas, donde subía el gas, saltaban a las partes bajas sin medir las consecuencias. La mayoría pretendió ganar las puertas para salir de ese infierno. Lamentablemente estaban cerradas y con candado, para evitar la "segundilla", porque muchos aficionados no habían podido ingresar.
De las 300 víctimas, la mayoría presentaba signos de asfixia. Pero también hubo muertos de bala y dos policías fallecidos por golpes. Una tragedia que enlutó al fútbol peruano y mundial. Debió ser un llamado a la cordura. Lamentablemente vemos que no fue así y que cada día es mayor la violencia en los estadios del mundo. "Expreso" tituló en su página central "Nunca tantos murieron por tan poco".
Texto: R.S.B.