En el tercer campeonato de la Liga Peruana, en 1,914, volvió a campeonar el Lima Cricket, inscribiendo su nombre en el Escudo Dewar, que ya he señalado era el trofeo de plata donado por un súbdito inglés de ese apellido y que se ponía en disputa todos los años. En el siguiente año, 1,915, el título lo conquistó el José Gálvez, cuyo local todavía queda en la avenida del mismo nombre, cuadra 2, frente a "Polvos Azules" en La Victoria. Este club ya tenía jugadores de prestigio como el defensa José Montellanos, cuyo hermano menor destacaba en los juveniles, Alberto, quien luego formaría el terceto genial de ataque Alianza Lima en 1,926.
Al año siguiente, 1,916, vuelve a campeonar el Sport Gálvez, que ya tenía otro futbolista que reforzaría al Alianza Lima en la siguiente década. Pero es bueno una remembranza, luego de ratificar lo mencionado en el título. Los ingleses del Lima Cricket optan por el retiro, pues en l,917, los chiquillos del Bielovusic se hacen del título en forma invicta y con un fútbol que atrajo mayor público al campo de Santa Beatriz, que ya estaba bajo la administración de la Universidad de San Marcos y germinaba la semilla de la Federación Universitaria que daría paso al club de la divisa crema en 1,924.
Disculpen que me salte un poco la historia, pero es que 1,926 es un año de grato recuerdo para el fútbol peruano en general y de Alianza Lima, en particular. La colonia inglesa había obsequiado al gobierno peruano el terreno donde actualmente se levanta el Estadio Nacional, en el Centenario de la Independencia, en julio de 1,921. Tribunas precarias de madera, pero de mayor comodidad que Santa Beatriz, que dicho sea de paso había pasado al olvido. Ingresaban hasta 10 mil aficionados.
Pero ese año vino el Real Club Español, que en sus presentaciones en Uruguay, Argentina y Chile, su valla no había podido ser vencida por la sapiencia, agilidad y ubicación de su arquero, Ricardo Zamora, "El Divino". ¿Alucinan a este hombre araña que no dejaba pasar los balones porque se tiraba de palo a palo?. El partido era contra Alianza Lima y el público estaba a la expectativa. De pronto, comenzando el segundo tiempo, en que igualaban sin goles, Alberto Montellanos, conocido como el "Hombre culebra" por su correr zigzagueado, tomó el balón en el mediocampo contrario, quebró dos adversarios, levantó la vista y sacó un derechazo que se le metió al "Divino" por un ángulo, haciendo estéril su volada. El público celebraba la conquista, cuando de pronto calló, porque el arquero Zamora se sacudió la vestimenta, se arregló la gorra y mirando fijamente a Montellanos fue resueltamente hacia él. ¿Estaría molesto y propinaría una paliza al moreno flaco aliancista?. El silencio era terrible y así le pareció a Montellanos, que esperó parado, pero listo a repeler, al contrario. Ya cerca, Zamora estiró la mano derecha para estrechar la del aliancista y felicitarlo por su genial anotación. El público soltó el aire contenido y aplaudió el gesto de señorío del arquero español. ¡Qué tiempos aquellos!.
Texto: R.S.B. 26.03.09