Para ese primer campeonato Sudamericano que Perú organizó en 1,927, y en el que sólo le ganamos a Bolivia 3-2, la Federación Peruana de Fútbol, a comienzos de año y para adiestrar a nuestro seleccionado, ¡que se formaba por primera vez en nuestra historia!, hizo un pedido muy peculiar. Como nuestros maestros en materia de fútbol habían sido los uruguayos campeones olímpicos que vinieron a jugar cuatro partidos, primero en el Circolo, y luego en el Estadio Nacional, resultó atinado que los dirigentes miraran hacia Montevideo para contratar el técnico de la rojiblanca. Lo cuentan los diarios de la época, a los que recurrí para escribir el libro "Federación Peruana de Fútbol, Bodas de Diamante" en 1,997, señalando que en el diario "El País" de Montevideo se había publicado un aviso en cuyo titular se menciona al Consulado Peruano en esa ciudad y en el que se solicitaba una terna de técnicos en fútbol para trabajar en el Perú. La intención era escoger de la terna uno sólo, pero concientes de que el trabajo para tecnificar y mejorar nuestro balompié, era arduo y que debía ser sostenido, estos dirigentes decidieron contratar a los tres, teniendo en cuenta, también, que uno de ellos, Julio Borelli, también era árbitro y profesor de las Reglas de Juego.
Por eso, en aquel Sudamericano de 1,927 el técnico principal fue Pedro Olivieri y su asistente Raúl Blanco. En cambio Borelli se hace presente en 1,928, pero ¡como árbitro! Y es el encargado de dirigir el primer clásico, ese que se jugó el 23 de septiembre de 1,928, que finalizó con el triunfo de la "U" y con una gresca generalizada que se inició en los palcos bajos de occidente de donde los belicosos aliancistas fueron repelidos a bastonazos por los que respaldaban a los universitarios, seguramente catedráticos, familiares y alumnos, porque entonces la "U" no se había metido al corazón del pueblo, que admiraba al Alianza Lima. Por esta razón es que este primer clásico se le conoce como el "de los bastonazos"
Pero el trabajo de Julio Borelli fue intenso en el arbitraje peruano y se hizo tan querido que no dudó en irse a residir a Vitarte, no sólo por su buen clima, sino por lo bonito que le pareció cuando el mejor referí nacional, Alberto Benites, a quien Felipe Pinglo dedicó un precioso vals, lo invitó a reunión-almuerzo con sus colegas peruanos. Borelli fue el gestor para el Colegio de Árbitros en el Perú, y también dirigió a la Selección Peruana en el Sudamericano Nocturno de 1,929.
Texto: R.S.B.
Por eso, en aquel Sudamericano de 1,927 el técnico principal fue Pedro Olivieri y su asistente Raúl Blanco. En cambio Borelli se hace presente en 1,928, pero ¡como árbitro! Y es el encargado de dirigir el primer clásico, ese que se jugó el 23 de septiembre de 1,928, que finalizó con el triunfo de la "U" y con una gresca generalizada que se inició en los palcos bajos de occidente de donde los belicosos aliancistas fueron repelidos a bastonazos por los que respaldaban a los universitarios, seguramente catedráticos, familiares y alumnos, porque entonces la "U" no se había metido al corazón del pueblo, que admiraba al Alianza Lima. Por esta razón es que este primer clásico se le conoce como el "de los bastonazos"
Pero el trabajo de Julio Borelli fue intenso en el arbitraje peruano y se hizo tan querido que no dudó en irse a residir a Vitarte, no sólo por su buen clima, sino por lo bonito que le pareció cuando el mejor referí nacional, Alberto Benites, a quien Felipe Pinglo dedicó un precioso vals, lo invitó a reunión-almuerzo con sus colegas peruanos. Borelli fue el gestor para el Colegio de Árbitros en el Perú, y también dirigió a la Selección Peruana en el Sudamericano Nocturno de 1,929.
Texto: R.S.B.